En un mundo donde todo el mundo quiere llegar el primero, destacarse, subir al podio y colgarlo en Instagram con filtro dramático… existe una rara especie de resistencia: la Hermandad Motera del Dorsal Zero.

Sí, has leído bien. Motera. Y sí, Dorsal Zero. ¿Incompatible? ¡Para nada! Porque esta es la gente que va en moto… pero sin prisa. Gente que sabe que lo importante no es la ruta, ni el destino, ni los kilómetros: es la parada en el bar, el bocata de panceta, el chiste malo en la gasolinera y la foto de grupo que parece una banda de rock en retiro.

Mientras otros moteros calculan el ángulo de inclinación en curva como si fueran ingenieros de MotoGP, los del Dorsal Zero van recto hasta en las rotondas.
—»¿A qué velocidad vais?»
—»Depende del viento y de la cantidad de tapas que haya en el pueblo siguiente.»

La Hermandad del Dorsal Zero no corre: se desliza filosóficamente.

Y ojo: no confundas esto con flojera. Aquí hay chaquetas de cuero con más kilómetros que un repartidor de Amazon. Pero el espíritu no es la velocidad, ni la adrenalina. Es el viaje sin presión, el rugido sin meta, el “si llegamos, bien, y si no, paramos a tomar algo”.

Ahora bien, hay una norma sagrada que nos distingue del resto del mundo:
👉 Fuera política, fuera religión, fuera etiquetas, fuera discriminación.

Aquí no importa si eres de izquierdas, de derechas o simplemente te pierdes en las rotondas. No importa tu color, tu género, tu fe o tu peinado. Lo único que importa es que respetes, ruedes, y no le pongas prisa al alma.

En la Hermandad, todos somos iguales: un casco, una moto y una voluntad firme de no tomarse nada demasiado en serio, salvo la hermandad misma. Si alguien intenta soltar discurso político en una ruta, inmediatamente se le conmina a bajarse de la moto… y pagar la siguiente ronda.

En resumen:

El Dorsal Zero Hermandad Motera no es una moda, es un manifiesto sobre ruedas.
Un arte de vivir sin quemar rueda, sin cronómetro… pero con mucho aceite en el corazón.
Un club donde lo único obligatorio es no obligar a nadie a nada.

Así que la próxima vez que veas una moto parada en el arcén, con su dueño tomando café y mirando al horizonte como si entendiera la vida mejor que tú, recuerda:
probablemente lleva el Dorsal Zero… y va ganando.

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